Son esos momentos en los que no
dejas de repetir interiormente “tierra trágame” por mucho que el suelo que hay
bajo tus pies sea de acero pulido. Esos segundos incómodos en los que ves cómo
la otra persona te mira de reojo y se empieza a comportar de una manera extraña
causada básicamente por la indecisión de saludarte o no. Y mientras tú, haces
que sigues la profunda conversación que mantienen en tu mesa. Sonríes, dices
algo y luego vuelves a mirar furtivamente. Y ya cuando esa persona, por no
conseguir coincidir con tu mirada, se decide a quedarse en su sitio, tu sueltas
aire con una paz… y no es que te quite la respiración, ni mucho menos, pues
estas situaciones ocurren cuando vas a los sitios más concurridos y cuando,
como quien dice, llevas mucho tiempo “fuera del mapa”. Y aunque seas su “amigo”
en Facebook desde aquel pasado tan lejano y haya visto tus fotos de todos los
años ausentes, se sorprenderá, porque entonces podrá recordarte al verte reír y
bailar y, de esta manera, recordar aquellos años en los que compartíais la
misma copa…
No hay comentarios:
Publicar un comentario