Por fin llegaba el momento de hacer las maletas. No hacía falta más que elegir algún modelito para tres días, una buena libreta con hojas en blanco y un bic bien cargado de tinta. Bueno, evidentemente, también las ganas. Se trataba de aislarse durante unos días para reflexionar y meditar. Sobre la vida y otras cosas. Pararte un momento a mirar si estás en el rumbo adecuado y no vas por el sendero equivocado. Detener de alguna manera el tiempo en un lugar apartado donde apenas hay cobertura y el pitido del Whatsapp no te molesta.
Últimamente la gente solo piensa en actuar, actuar y actuar, y se considera al reflexivo un pirao. Pero, ¿de qué valen las acciones si no has meditado antes por qué hacerlas? ¿De qué vale haber tenido un día maravilloso si no lo has vuelto a reconstruir en tu cabeza? Cuando nos limitamos a actuar, todos esos pensamientos están en la carpeta de la papelera, preparados para ser borrados definitivamente. La memoria entonces se va perdiendo en el olvido y cuando quieres recordar algo es más difícil porque hace mucho que no haces ejercicio.
Siempre me he considerado una persona reflexiva, meditativa. Tanto que muchas veces me pierdo en la espiral de mis pensamientos... y no digo que eso sea bueno. Para nada. Todo tiene su equilibrio, e incluso esto muchas veces tiene el peligro de caer en el egoísmo de pensar solo en las cosas de uno mismo o de cualquier vanalidad superficial. No obstante, hoy en día agradezco esta cualidad mía que en ocasiones se convierte en defecto e imaginad cuántas cosas tengo que pensar que tengo que dedicarle un fin de semana largo a meditar... todos deberíamos hacer este ejercicio de vez en cuando, irse unos días a desconectar, aunque si no puedes siempre podrás sacar huecos en tu día a día:
1. Por la noche, salir a la terraza y mirar las estrellas.
Entender entonces que eres una hormiga a los ojos de la luna.
2. Después de comer, ir a tomar el café a un local vacío y con buen ambiente.
De esos tipo antiguos y con música baja de fondo.
3. Ponerte en contacto con la naturaleza.
Si no es en una montaña que sea en el parque de al lado de tu casa.
4. Al despertarte, estar unos minutos en tu cuarto.
Cuando todos siguen dormidos para poder pensar qué harás en el día de hoy.
5. Pasear por algún lugar apartado del ruido.
Donde no hay gente conocida y donde cada lugar es una nueva historia que contar.
Always writing, always thinking.
No hay comentarios:
Publicar un comentario