La verdad es que no pensaba escribir nada sobre el día de San Valentín. Quizás porque siempre me ha parecido que es un día puramente comercial. Pero es que después de leer la entrada de El Cajón de Gatsby, no me he podido contener. Debe ser que ahora, esta fecha tiene realmente un significado para mí.
Es verdad que el objetivo de muchos en San Valentín es superfluo, pero vamos, como casi todo hoy en día. Se trata de darle la vuelta a la moneda y ver que hay otra cara que solo la puedes descubrir con un cambio en tu actitud.
Es cierto que las palabras se las lleva el viento, que las flores se marchitan y que los bombones se derriten. Pero es por eso que gran parte de su valor reside en su caducidad. Puedes leer y releer en una carta un "te quiero", pero está claro que no sonará con la voz de su remitente, ni estará acompañado por su sincera mirada... Puedes secar unas rosas para conservar el recuerdo, pero perderán su aroma, su color rojo intenso... Puedes congelar unos bombones, pero terminarán perdiendo su cremosidad... De ahí, la emoción que se siente al recibir cualquiera de estos regalos.
Por otro lado, es verdad que velas y corazones no van a borrar de un día para otro las cosas que se han hecho, las faltas de cariño, las meteduras de pata... pero al ser un día especialmente dedicado a los amantes, estos pueden planteárselo como un lunes para empezar una dieta o cualquier cosa similar. Lo mismo pasa con el día de Fin de Año: es cierto que por mucho que cambie el calendario no vas a cumplir de repente todas tus metas ni serás esa superpersona que siempre has deseado ser. Pero lo importante está en que ese día es un buen momento para reflexionar todo lo que has dejado atrás, lo que no has aprovechado... Pensar en lo que te ha hecho caer y en las fronteras que debes derrumbar para poder ser mejor y más feliz.
Por otro lado, es verdad que velas y corazones no van a borrar de un día para otro las cosas que se han hecho, las faltas de cariño, las meteduras de pata... pero al ser un día especialmente dedicado a los amantes, estos pueden planteárselo como un lunes para empezar una dieta o cualquier cosa similar. Lo mismo pasa con el día de Fin de Año: es cierto que por mucho que cambie el calendario no vas a cumplir de repente todas tus metas ni serás esa superpersona que siempre has deseado ser. Pero lo importante está en que ese día es un buen momento para reflexionar todo lo que has dejado atrás, lo que no has aprovechado... Pensar en lo que te ha hecho caer y en las fronteras que debes derrumbar para poder ser mejor y más feliz.
¿Y por qué el día de los enamorados no iba a poder ser un día semejante? En ese día, es bueno que te replantees porqué estás junto a esa persona que está en el otro lado de la mesa, que recuerdes qué fue lo que te atrajo de ella, que aceptes todos sus defectos y que adores todas sus virtudes. Que la quieras. Que te pongas nuevos objetivos para con ella y para que vuestra relación sea más fuerte. Porque sin duda está claro que nuestra generación es la de los vagos. La de que si algo se estropea, se deja y no se arregla. Porque tendemos a buscar nuestro confort y felicidad antes que el de los demás y así, nada nunca funcionará. Y porque tendemos a infravalorarnos y así también a la persona que tenemos al lado, sin poner fe en ella y sin creer que la felicidad no se alcanza sin aceptar el sufrimiento.