Había echado en falta tantos detalles, tantos gestos de cariño que, aunque le seguía queriendo, ahora estaba más fría. Fue esa horrible sensación de querer dar, amar, y no poder, puesto que la otra persona no estaba abierta a ello. Y lo peor de todo era que se había dado cuenta de esta falta de todo cuando él decidió poner fin a su relación y no antes, cuando quizás tuvo la oportunidad de llamarle la atención.
Y ahora él quería volver a estar juntos y demostrarle lo que nunca fue: alguien dispuesto a darlo y a dejarlo todo, solo por ella. Alguien cuya primera prioridad tuviese su nombre. Ahora se encontraba en una situación muy difícil. Él, que no paraba de decirle y darle cosas bonitas, mientras que ella estaba rota por dentro. En realidad era una romántica y todas esas cosas le perdían, pero sabía que esta vez tenía que tener la cabeza bien fría y serena. No dejarse llevar por una carta o una rosa fresca. Le agobiaba el hecho de no saber qué decisión tomar todavía, pero le relajaba pensar que el tiempo se lo diría y que ella estaba segura de lo que quería en la vida.
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