jueves, 25 de junio de 2015

• D E S P I E R T A M E •

Despiértame. El canto de las sirenas me tiene embriagado. Las fantasías han suplantado a las realidades que se han ido alejando. Me encuentro en una cápsula aislada del exterior. Yo mismo me he castigado sin comunicación. Y estás ahí, a mi lado. Mis problemas me han atado a un mástil que se hunde en lo más profundo del océano. Cada vez más frío, cada vez más oscurecido. Y busco a tientas tu mano para salir. Sé que sigues ahí. Atenta, observándome. Abrigándome con un manto de comprensión que va ahuyentando los males. Despiértame, que quiero vivir.

Las calles viven deprisa. Corren, sin mirar de lado a lado. Sin esperar el cambio de semáforo y se generan atascos. La gente se margina con los cascos, no quiere interrupciones y parece que tiene miedo a dejar la mente en blanco. No hay conversación en las aceras y las miradas se han ido apagando. Reina el caos.

La proximidad que había en el trato, se ha ido evaporando y abre paso a atrevidos “me gustas” en las redes sociales donde la timidez ya no está de moda. El rey es el selfie premeditado que muestra la sonrisa más ensayada. No hay apenas capturas de una buena carcajada. Parecemos más cercanos, pero estamos más distantes. Todos nos ocultamos bajo una máscara que pretende adaptarse.



El tiempo es como siempre uno de los bienes más preciados y valorados. Pero parece que no se aprovecha tanto como se espera. Dormir es un verbo que cuesta conjugar por lo que las horas siguientes no rinden demasiado. Parece Zombieland: terrazas de domingo con unas gafas de sol que tapan unos ojos resacosos en sintonía con una sudadera y unas zapatillas. Han exprimido tanto el momento que nos hemos quedado con un zumo demasiado aguado.

¿Por qué nos cuesta conformarnos con los pequeños placeres de la vida? ¿Es que han perdido su sabor? Escuchar el ruido del motor, el azote del viento en la cara, una buena conversación acompañada de una cerveza con patatas, remolonear junto a tu pareja bajo las sábanas… ¿Acaso esto ya no vale nada y nuestra felicidad se mide en el número de followers que tienes en Instagram?

Vivimos en una órbita que difiere con la realidad. Creemos que esa es nuestra vida, pero es nuestra vida la que se nos escapa corriendo sin avisar. La mayoría proclama a gritos un Carpe Diem que se queda divagando como una simple teoría. Estamos desconectados whatsappeando o grabando lo que estamos “viviendo”. Tenemos la capacidad de estar en 10 conversaciones, cuando solo una merece nuestro tiempo.

Y es curioso porque en el fondo todos queremos lo mismo: querer y ser queridos. Nos cuesta llevarlo a la práctica porque las instrucciones no son fáciles, la palabra sacrificio es el titular del manual y eso nos hace apartar la mirada. Hay cierto rechazo, pues se busca la comodidad de ese postureo que nos trata de engañar, haciéndonos creer que ahí está garantizada nuestra felicidad.

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domingo, 7 de junio de 2015

• Lo que quiero contarte •

Y ahora quiero matar esa intermitencia. Quiero que esas ondas que suben y bajan sigan en una línea recta. Ascendente, siempre. Alimentada por la esperanza pero dosificada con una realidad que sabe que hay bajadas, pero ninguna que caiga en picado. Que tú y yo nos levantamos.

Nos levantamos aunque piensen que no. Nos levantamos, porque sino, no estaríamos aquí. Al lado y a 1000 Km. Cerca, pero lejos. Porque se trata de eso: De intentarlo. Si no, ¿para qué nos juntamos? Al acceder a volver a verte supe que una oportunidad ya te estaba dando. Y esa oportunidad ha crecido. Ha crecido de tal manera que quiere apagar esa luz que parpadea.

Que es verdad que me puedes volver a hacer pedazos. Que es verdad que estas idas y venidas son causadas principalmente por mi miedo, porque no soy de hierro aunque quiera serlo. Pero eso es tan verdad como que te quiero y quiero consumirme a tu lado. Y aunque me la juegue sé que uno no apuesta si no tiene buenas cartas. Sino, solo será retardar lo que vendrá.



Y de todas maneras, creo que estás aquí por algo. Trato de descifrar todavía si estás seguro de quedarte. De quedarte sabiendo que habrá días en los que esté insoportable. Pero sé que no se debe a un capricho del destino, como en una película tan cutre como Serendipity.

Puede que sea porque nos faltaron añadir ingredientes. Quizás menos besos y más losientos. Menos orgullo y más comprensión. Más días y menos despedidas. Puede que sea así porque no nos dijimos lo suficiente. Porque había cierto desequilibrio. No lo sé. Ahora se trata de adivinar si nos toca poner punto y final o empezar un libro nuevo, casi partiendo desde cero, ya que cualquiera sabe que somos unos novatos en esto de amar y darse por completo. Quiero aprender más, y poder emprender de nuevo la aventura de:


Platos desconocidos,
Cines extravagantes,
Discusiones sin sentido,
Mc Donalds en una dieta rígida,
El roce de tus pies con los míos,
Ideas para abrir la mente,
Sonrisas para enternecer,
Miradas para hipnotizar,
Palabras para enamorar,
Cervezas para desconectar,
Mantas para descansar,
Fotografías en cualquier lugar,
Silencios llenos de comodidad,
Días y mañanas,
Tardes y noches,
Sueños y pesadillas,
Dudas y certezas,
Proyectos y ambiciones,
Preocupaciones y alegrías,
Tristezas y agonías,


Básicamente,
Compartir mi vida.