Ayer
se fue. Cogió sus cosas y se puso a navegar.
Una camisa, un pantalón vaquero y nada más.
Nada más.
Se fue porque ya hacía tiempo que todo
traspasaba sus límites o lo que creía que era su capacidad. Yo siempre aposté
en que aguantaría más. Pero así, como una brisa caliente de otoño que llega de
manera improvisada, se fue. Y se fue cansado. Como cuando estás harto de
escuchar la misma canción. Ni siquiera trató de cambiar la melodía. Os
digo yo que el esfuerzo nunca fue considerado como una opción.
Siempre le gustaron las cosas hechas,
bien masticadas y rematadas. Pero nunca creí que pensase eso de nuestra
relación. Creo que alguna vez luchó. ¡Tonta de mí si no lo vi! Porque hubo
baches, curvas prominentes, lluvia y truenos en un camino que muchas veces se
hizo resbaladizo. ¿O es que él se lo saltó? ¿Encontró quizás la manera de
evadirlo o fui yo la que se lo allanó?
Una carga pesada siempre da a la larga
malestares de espalda y yo no os sabría decir si mis dolores guardan su nombre.
“El amor es ciego”, me dijeron una vez, más no creo que esto sea así
pues la que perdió la vista fui yo. Padezco una enfermedad incurable desde que
le regalé un afirmativo: “Sí., quedaré contigo”.
Un chico radiante. Con muchos planes. Con ganas de arrasar el mundo pero con poca energía para empezar. Metas sin pequeños propósitos, un coche sin gasolina. Bonito e inútil. Que con 15 años tienes ilusiones pero el paso del tiempo te va regalando realidades. Y las ilusiones deben adaptarse dejando un pequeño hueco para lo hipotéticamente imposible. Él hizo mal los cálculos.
Se marchó y me dejó. Sola en la estacada
y ni dignidad tuvo para preguntarme si tenía una personalidad doble para casos
de rescate. Y si lo dio por hecho, ¿por qué sale corriendo? Quizás una Juana de
Arco le daba demasiado miedo.
Yo solo sé que las canciones llevan de
la mano recuerdos y que, si la has bailado unas cuantas veces, debes recordar
qué te empujó a dar el primer movimiento. Y que, si te cansas, te compres un
chip nuevo porque eres tú el que falla, puede que los años te vayan pesando. ¿Pero no cogiste la fuerza necesaria en los entrenamientos? La canción será la misma y permanecerá inmutable con el paso del tiempo, aunque suene desde un tocadiscos viejo.
Yo solo sé que ya no se termina lo que
se empieza. Que las razones cambian pero siempre ganan las de poco peso, las
que van gobernadas por apetitos del momento. Que no sé si esto se debe a que la
gente dejó de estrujar la mente en juegos como el ajedrez o el Hundir la flota.
Porque si no, no entiendo como no se trata de encontrar una solución. Tejer una estrategia para no darte por vencido.
Solo sé que si el remedio desaparece
de los diccionarios, todos nos acabaremos yendo. Huyendo de lo que nos da miedo
y disgusta. Huyendo de lo que nos cuesta y nos ata. Huyendo porque no hacemos
memoria de las razones que nos movieron y ya puede cambiar mucho una persona
para que no haya ni una por la que quedarse. Ninguna causa está perdida
si hay un loco luchando por ella.