martes, 19 de agosto de 2014

LO QUE NADIE ME PUEDE QUITAR

Entraste sin llamar y yo no me lo esperaba.
Me ilusioné pensando que no estaba preparada.
Y cuando parecía que todo encajaba, nos separaron las circunstancias.

No lamento entenderlo ahora. Ahora que la tormenta ha pasado. Puede que incluso si lo hubiese sabido antes todo hubiera sido diferente. Yo que sé. Tampoco me importa. Solo pienso en aquello que me ha aportado, en todo lo que me ha hecho sentir, en todo lo que me ha hecho crecer... y aunque me daba la sensación de que había un velo tupido que lo cubría, ahora lo veo sin ningún filtro. 

Todo está lleno de luz

Esta vez mi amigo el tiempo ha jugado en segunda fila pues apenas pasaron minutos para entenderlo. Entender porqué nos tuvimos que encontrar. Entender porqué nos tuvimos que separar. Entender porqué ahora tengo que cerrar los ojos y confiar. 

+No sé como despedirme, no encuentro palabras.
- No son necesarias.
(Vacaciones en Roma, 1953)

Fue aquel momento. Ese en el que me convertí en su propietaria. Es cierto que ahí estabas tú, imprescindible protagonista para que todo fuese así, pero una vez que salieron las palabras de tu boca, dejaron de pertenecerte. Y así, sin querer queriendo, me convertí en la dueña del efecto que producían. Todas aquellas emociones, que desfilaron una tras otra sin yo esperarlo siquiera.

Y por mucho que ahora quisieras cambiarlo, por mucho que entonces fuera una mentira... nada perturbaría aquel momento intocable. Puesto que lo que llegué a sentir permanece en ese baúl cuya llave tiré sin miedo por la borda dejando pasar por delante al destino. Así que allí se queda bajo el agua lo que nadie me puede quitar.